lunes, 20 de mayo de 2013

Ahí va la coloreteada!


Para muchas mujeres el rubor es parte esencial de su maquillaje: les da vida a su rostro, sin embargo otras lo omiten por miedo a que ocurra todo lo contario.
                Con el fin de evitar desgracias mayores, te daremos algunas pautas para que te vayas familiarizando con este producto y lo puedas incorporar a tu rutina diaria de maquillaje.
1.       Buscar el color adecuado. El rubor que mejor se verá en ti es un color natural, como si te sonrojaras. Los tonos durazno o rosa-durazno son ideales para cualquier tipo de piel; los tonos violeta o rojo oscuros para las pieles oscuras; mientas que las pieles amarillas pueden optar por colores terracota o naranja.
2.       Conoce tu piel. El color es importante pero también debes tomar en cuenta la textura del rubor, ya que puede dejar esas pequeñas imperfecciones al descubierto.
A.      Piel seca: versiones en crema o mousse.
B.      Piel grasa: versiones en polvo o compactas.
C.      Piel sensible: versiones hipo alergénicas, orgánicas o minerales.
D.      Piel mixta o normal: cualquier tipo de rubor te irá de maravilla.
3.       El acabado cuenta. No es igual utilizar un acabado mate o uno escarchado, así que ten siempre presente la ocasión en la que vas a utilizar. Y recuerda que las pieles grasas debe alejarse de los brillos!!!!
Consejos prácticos para  una aplicación perfecta
·         Lo básico: sonríe y aplica el rubor en la manzana de tus mejillas.
·         ¡Hazte aliada de este trio! Colorete en el centro de las mejillas, bronceador a lo largo de los pómulos e iluminador encima te darán un contorno envidiable. ¿La clave? Mezclar y difuminar muy bien.
·         Si saturaste tu rostro de color, no te preocupes ¡todo tiene solución! Solo tienes que presionar suavemente tu rostro con toallitas faciales u hojitas de arroz para retirar el exceso.


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