Para muchas mujeres el rubor es parte esencial de su
maquillaje: les da vida a su rostro, sin embargo otras lo omiten por miedo a
que ocurra todo lo contario.
Con el
fin de evitar desgracias mayores, te daremos algunas pautas para que te vayas
familiarizando con este producto y lo puedas incorporar a tu rutina diaria de
maquillaje.
1.
Buscar el
color adecuado. El rubor que mejor se verá en ti es un color natural, como
si te sonrojaras. Los tonos durazno o rosa-durazno son ideales para cualquier
tipo de piel; los tonos violeta o rojo oscuros para las pieles oscuras; mientas
que las pieles amarillas pueden optar por colores terracota o naranja.
2.
Conoce tu
piel. El color es importante pero también debes tomar en cuenta la textura
del rubor, ya que puede dejar esas pequeñas imperfecciones al descubierto.
A. Piel
seca: versiones en crema o mousse.
B. Piel
grasa: versiones en polvo o compactas.
C. Piel
sensible: versiones hipo alergénicas, orgánicas o minerales.
D. Piel
mixta o normal: cualquier tipo de rubor te irá de maravilla.
3.
El
acabado cuenta. No es igual utilizar un acabado mate o uno escarchado, así
que ten siempre presente la ocasión en la que vas a utilizar. Y recuerda que
las pieles grasas debe alejarse de los brillos!!!!
Consejos prácticos para
una aplicación perfecta
·
Lo básico: sonríe y aplica el rubor en la
manzana de tus mejillas.
·
¡Hazte aliada de este trio! Colorete en el centro de las mejillas,
bronceador a lo largo de los pómulos e iluminador encima te darán un contorno
envidiable. ¿La clave? Mezclar y difuminar muy bien.
·
Si saturaste tu rostro de
color, no te preocupes ¡todo tiene solución! Solo tienes que presionar
suavemente tu rostro con toallitas faciales u hojitas de arroz para retirar el
exceso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario